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La velocidad lectora tiene como referente la "Medición basada en el currículum", que fue desarrollada por Stanley Deno, en Minnesota, en 1985. La velocidad lectora está relacionada con la comprensión y la percepción, y podemos definirla como la rapidez en la percepción e interpretación de los signos escritos.
El texto elegido para medir la velocidad lectora tiene que ser desconocido para el lector.
El ambiente para realizar la prueba tiene que ser distendido.
El lector debe leer en voz alta, con ritmo rápido, entonación y respetando los signos de puntuación.
El evaluador advertirá con antelación al lector, que deberá contestar algunas preguntas referidas al texto al término de la lectura.
La prueba se valida únicamente combinando velocidad y comprensión lectora y, para ello, es necesario que el lector cumpla con unos niveles básicos de comprensión positiva situados en una horquilla del 60 al 100 % del texto propuesto. El evaluador puede optar por hacerle cinco preguntas orales explícitas sobre detalles concretos del texto o, preguntar por el contenido para que el lector cuente con sus palabras suficientemente el texto que acaba de leer y, responder así, a los estándares indicados de comprensión. En el caso de que el evaluador realice preguntas, el lector deberá responder, al menos, tres de ellas, correctamente. De no superar este requisito la información del nivel de lectura obtenido puede cuestionarse.

El evaluador, mientras que el alumno lee, puede ir señalando en una copia en papel del texto las siguientes anotaciones relacionadas con errores de exactitud motivados, en algunas ocasiones, por leer muy deprisa: S (Sustitución); I (Inversión); R (Reiteración); A (Adición); O (Omisión) con el fin de descontar los errores del total de palabras leídas, así como los errores referidos a los signos de puntuación, no respetado y el número de regresiones, es decir, las veces que se ha vuelto atrás para leer de nuevo lo ya leído. El evaluador también puede optar por una tabla que recoja estos apartados, y escribir los errores con el objeto de poder detectar otros problemas de fondo relacionados con determinados fonemas:

Sustitución
Inversión
Reiteración
Adición
Omisión
         

Es recomendable aplicar una prueba de velocidad lectora al trimestre, así como registrar los datos y comparar la evolución.
Como datos orientativos sobre velocidad lectora se incluye la siguiente tabla con mínimos promediados y recogidos entre distintas pruebas establecidas por organismos e instituciones educativas hispanoamericanas. Por debajo de los niveles establecidos, y en función del distanciamiento de la media, se precisará Apoyo a la Lectura o en su caso, determinados ejercicios para mejorar la velocidad lectora: además de leer con mucha frecuencia, ejercicios de visión periférica (fijaciones oculares amplias); de identificación rápida; de cronolectura (como el que nos ocupa) o de rastreo visual, entre otros.

2º Curso de Primaria
4º Curso de Primaria
6º Curso de Primaria
2º Curso de Secundaria
4º Curso de Secundaria
60 a 80 p.p.m.
90 a 110 p.p.m.
130 a 150 p.p.m.
160 a 180 p.p.m.
200 a 220 p.p.m.

El lector debe conocer el resultado de la prueba para que haga un seguimiento de su evolución, por aquello de que con el incremento de la velocidad lectora se mejora cualitativa y cuantitativamente la comprensión en la lectura. Está comprobado que el aumento de la velocidad lectora permite liberar atención y memoria para que se desarrollen los procesos comprensivos, dado que, el reconocimiento de las palabras permite al alumno concentrarse más en comprender lo que está leyendo en vez de enfocarse casi por entero a decodificar.
Conviene tener muy presente dos factores básicos que sustentan la velocidad lectora. El primero de ello es que no se puede realizar una prueba de velocidad lectora dejando a un lado la comprensión y, prueba de ello es el número de lectores con una velocidad muy alta y que no se enteran o recuerdan lo que han leído; y, en segundo lugar, la exactitud lectora, que viene de la mano de la pronunciación correcta y nunca de la computación de sonidos ininteligibles o atropellados.
Por último, se disponen de seis pruebas de lecturas graduadas con tres niveles de dificultad para cada uno de los ciclos educativos, circunstancia esta, que permitirán ir conociendo la evolución de la velocidad lectora en cada uno de los dos años de cada ciclo.

Juan Antonio Marín Candón

 
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